ESTAMBUL
Una vez más, las inseguridades se apoderaron de mí.
Llegué al apartamento desde el aeropuerto primero en autobús y luego en taxi. Estaba ubicado en el distrito de Fatih, y como llegué de noche, el ambiente tenía un aire algo tétrico.
Esta es la puerta de entrada a los apartamentos donde me alojé. Aunque no lo parezca, el interior estaba bien: no era lujoso, pero sí cómodo y limpio. Lo reservé a través de Airbnb, y Melike, la anfitriona, estuvo pendiente de mí en todo momento por WhatsApp.
Me gusta esa costumbre que tienen de sentarse en las escaleras o en los portales charlando tranquilamente.
Os diré que Estambul es una ciudad mágica y especial, de esas que enamoran. Una mezcla de olores y sabores, donde conviven la modernidad y la tradición en un mismo ambiente. Es una ciudad llena de vida, ruidosa y tranquila al mismo tiempo. Un lugar que merece la pena visitar, donde perderse es lo mejor que te puede pasar, y encontrarse, sorprendentemente, resulta muy fácil.
Poco a poco os iré contando más sobre mi pequeño gran paraíso, ese lugar al que pienso volver, ojalá más pronto que tarde.

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